5 señales de que fuiste criado por una mamá mexicana
5 señales de que fuiste criado por una mamá mexicana
Aprendiste que “no se dice qué, se dice mande”.
Probablemente una de las frases más repetidas por generaciones de madres mexicanas. Bien puede decirse en tono sutil, exigente o ser seguida de un coscorrón. Es responsable de una de las muletillas más arraigadas en nuestra cultura.
Sabes que tu buena conducta está siendo evaluada… por seres sobrenaturales.
Los Reyes Magos, Santa Claus, el ratón de los dientes y demás entes paranormales siempre están observándote, SIEMPRE. No importa si falta medio año para las fiestas de Navidad o si ya terminaste de mudar dientes. Y sí eso no fuera suficiente, siempre tenemos al Coco que, aunque nadie tiene muy claro qué o quién es, desquita su ira contra los niños que no se quieren ir a dormir.
Aprendiste lo importante que es terminarse la sopa.
Porque si no te terminas la sopa: no te levantas de la mesa, no hay postre, no sales a jugar, no hay tele, no vas a casa de tus primos, no hay regalo de cumpleaños y, para acabarla de chingar, no vienen los Reyes Magos. A esa tortura súmenle el recordatorio constante de los miles de niños que se están muriendo de hambre alrededor del mundo y que darían lo que fuera por tener tu sopa.
Aprendiste que a veces es necesario insultarte a ti mismo para enfatizar tu enojo.
Esta es una consecuencia del florido lenguaje mexicano y su costumbre de darle un carácter de comodín a la palabra madre. No hay madre mexicana encabronada a la que no se le escape un eventual “¡Hijo de la chingada!” al calor de una discusión. Ante esta situación evita reírte… sólo atizarás el fuego.
Desarrollaste un miedo irracional al señor de la basura.
Por lo menos una vez tu mamá te ofreció como regalo al señor de la basura, o al señor del gas o a cualquier inocente prestador de servicios con la fabulosa frase “¿Verdad que usted se lleva a los niños que se portan mal?”